No espero nada. Esto no es horrible. Después de resolverlo, he ganado tranquilidad.
Pero esa mujer me ha dado una esperanza. Debo temer las esperanzas.
Mira los atardeceres todas las tardes; yo, escondido, estoy mirándola. Ayer, hoy de nuevo, descubrí que mis noches y mis días esperan esa hora.
La invención de Morel, Adolfo Bioy Casares
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